La hipótesis eje sobre la que se asienta este trabajo, es que los condicionamientos de género operan como obstáculos para las negociaciones cotidianas y son la razón que explica por qué en muchas ocasiones, son las propias mujeres las que reproducen prácticas que las perjudican, prácticas que se traducen en múltiples violencias invisibles en el marco de las relaciones humanas.
Tomaré, como principal referencia para mi exposición, el libro de Clara Coria “Las negociaciones nuestras de cada día”. Justamente, el interés despertado por la lectura de ese libro fue lo que me motivó a hacer este trabajo.
La idea es apuntar a pensar en una reconfiguración de las relaciones en el espacio privado revisando los mandatos sociales que rigen las prácticas en ese ámbito, mandatos derivados de los roles y las significaciones sociales de lo femenino y masculino que se demarcan desde el ámbito público. Repensar las relaciones y representaciones imperantes en el ámbito doméstico tendrá a su vez, incidencia en esas significaciones sociales que conforman el imaginario social como un todo. Se sabe que las políticas estatales de igualdad de trato y de oportunidades no aseguran que se pueda compensar la desigualdad, si es que no se modifican cuestiones que hacen al ámbito privado y al imaginario social. La democracia en la familias es un objetivo a alcanzar y particularmente, para el caso de las mujeres no se ha alcanzado la equidad y con ella, la ciudadanía plena, tal como plantean muchas teóricas de género (Rosa Cobo, Celia Amorós, Moller Okin y otras).Las negociaciones cotidianas desde una perspectiva de género son una de las alternativas para ayudar a implementar estrategias en relación al malestar observado en las relaciones cotidianas en el ámbito familiar.