A partir de las dos aplicaciones precedentes del concepto de performance, hemos intentado dar cuenta de la capacidad del mismo para iluminar aspectos y matices sumamente significativos de los fenómenos analizados, a los que una mera interpretación formal de los discursos y las prácticas difícilmente hubiera podido acceder. El enfoque muestra una especial eficacia al poner en relieve ciertas contingencias y desvíos que los guiones de los eventos analizados no prevén, pero que muchas veces constituyen vehículos y señales de una reinterpretación reflexiva por parte de los actores, operada tanto sobre esos guiones como sobre sus propias prácticas sociales. Al observar los diferentes tipos de participación de los actores involucrados, nos vemos obligados a reconsiderar ciertas visiones preestablecidas acerca de la existencia de divisiones tajantes entre dos planos de la participación social, que suelen ser presentados como escindidos, y que a través de sus apariciones en diversas duplas antagónicas (representantes-representados, compositor-intérprete, movilizadores-movilizados, actores-espectadores, obra-ejecución, artistas-público, etc.), han modelado maneras de entender la construcción del fenómeno social, acentuando la preeminencia de uno u otro de los polos de esta oposición.