Como docentes, una premisa común es: “lo fundamental en lo que hacemos es la construcción de conocimiento”, pero ¿cómo se construye? ¿Con quiénes? o ¿entre quiénes? Por estos motivos y por muchos más es necesario sistematizar las experiencias en extensión e investigación, e incorporarlas a la docencia, para enriquecerla.
Teniendo en cuenta la responsabilidad que conlleva poner en práctica cada rol y cada tarea, es sumamente importante reflexionar sobre ellas, para poder construir y mejorar lo ya construido. Reflexionar y analizar desde la teoría, es una manera de jerarquizar la investigación y la extensión, que no sean una actividad de suma de voluntades o actividades militantes meramente. Si bien las características antes mencionadas son necesarias, debemos reflexionar desde la teoría sobre las prácticas, y como se dio la integración de estos 3 pilares desde lo estatutario (extensión, docencia e investigación) pensemos, modifiquemos, recalculemos, desandemos. Las experiencias realizadas, enriquecedoras como son, para todos los actores de la institución y del territorio, muchas veces, se nos dificulta integrarlas a la docencia diaria. Las voluntades, la experiencia en territorio, la militancia, el compromiso, no son suficientes si no volvemos sobre nuestros pasos para analizar, criticar y reflexionar. Y esa, es aún una deuda de muchos de los equipos de investigación y extensionistas de la Universidad.
Las prácticas docentes integrales requieren la sincronización de objetivos, desde la extensión y la investigación para mejorar la docencia, y contribuir a una agenda de investigación acorde a las necesidades de la sociedad de la cual forma parte la Universidad. Compartir nuestros errores, reflexionaremos sobre ellos, y (des)andar nuestros pasos, nos permitirá lograr ese “status” del que se jacta la investigación.