La profunda crisis que marcó el fin de la Convertibilidad y la caída del gobierno de la Alianza, cerró un ciclo de la historia argentina reciente iniciado tras la crisis hiperinflacionaria de 1989, que estuvo signado por la hegemonía del paradigma neoliberal, el cual impregnó el discurso y la práctica de la mayor parte de la clase política, las corporaciones empresarias y sindicales, los medios de comunicación e incluso varios actores representativos del campo popular.
En efecto, luego del agudo proceso inflacionario desatado durante el primer semestre del año 1989, las políticas públicas implementadas por el gobierno de Carlos Menem estuvieron orientadas a cambiar profundamente la relación vigente entre el Estado y el mercado, mediante la realización de una serie de reformas estructurales recomendadas por los organismos internacionales de crédito, y avaladas por los sectores dominantes internos, con el fin de ampliar la esfera del “mercado” a partir de un fuerte retiro del Estado en las actividades económicas. Estas reformas fueron justificadas con la promesa de iniciar un proceso de crecimiento sostenido que posibilitaría finalmente la construcción de un sendero de desarrollo durable. Sin embargo, doce años más tarde, la “ilusión del desarrollo” quedó truncada ante la imposibilidad de seguir sosteniendo el modelo basado en la convertibilidad monetaria.