En la presente ponencia analizamos los conflictos entablados durante los años noventa entre el general Balza y distintas organizaciones de militares retirados, entre ellas el Círculo Militar, el Foro de Generales Retirados y el Grupo de Almirantes, en torno a las llamadas “autocríticas” institucionales sobre el terrorismo de Estado. Procuramos demostrar, en primer lugar, que durante los años noventa las organizaciones de retirados jugaron un rol político relevante dentro de la interna militar y frente al gobierno nacional; en segundo lugar, que los conflictos entre Balza y los retirados pueden ser leídos como parte del enfrentamiento entre una “ética de la convicción” y una “ética de la responsabilidad”; en tercer lugar, que el propósito principal de las “autocríticas” no fue construir “memorias alternativas” en el Ejército, dado que se apartaron muy poco, y sólo cuando los imperativos políticos lo indicaron necesario, del “régimen de memoria hegemónico”; por último, que las mismas procuraron, al mismo tiempo, apuntalar la “subordinación” militar al poder político, y resolver la interna existente entre Balza y la cúpula “profesionalista” por un lado, y los generales retirados por otro (o el enfrentamiento entre los defensores del “espíritu técnico” y los partidarios del “espíritu heroico”), en favor de los primeros, aún cuando el intento tuvo efectos contrarios a los esperados.