Un informe reciente sobre las condiciones laborales juveniles en la Argentina (PREJAL, 2008) muestra datos contundentes, en especial, en el caso de las mujeres: las jóvenes mujeres presentan una tasa de inactividad que supera a la de los varones, altísimas tasas de desempleo (que llega al 42 % entre las adolescentes) y elevados índices de informalidad laboral. Ante este escenario, la presente ponencia se pregunta por las particularidades que adquiere, entre las mujeres jóvenes, la relación con el trabajo.
Las dificultades que las jóvenes mujeres enfrentan para insertarse en empleos estables y sostenerlos en el tiempo se relacionan, por un lado, a su pertenencia al colectivo joven.
Como muestran diversos estudios (Jacinto y Chitarroni; Salvia, 2008; Pérez 2008), desde hace unas décadas, los jóvenes se encuentran entre la población más afectada por el desempleo y la inestabilidad laboral. Asimismo, las chicas ven ampliadas sus dificultades ante la condición misma de ser mujeres; viéndose afectadas, desde este modo, por una doble desventaja. Si bien esto puede resultar un elemento determinante en sus posibilidades de inserción, sostenemos que las mujeres jóvenes se vinculan con el trabajo desde una compleja articulación entre posibilidades, deseos y necesidades. En este sentido, las identidades de género juegan un papel relevante en el modo en que las jóvenes construyen sus trayectorias laborales; ya sea fortaleciendo su relación con el trabajo o alejándolas de esa experiencia en función de otros proyectos que resultan centrales en sus vidas. ¿Qué elementos facilitan u obstaculizan su inserción en el trabajo y la posibilidad de sostenerlo en el tiempo?