En este trabajo se intenta dar cuenta de los principales aportes que produce la incorporación de la perspectiva de género a la conceptualización de la pobreza. En el primer apartado, se exponen las limitaciones de las conceptualizaciones clásicas que dejan de lado el carácter subordinado de la participación de las mujeres en la sociedad. En el segundo apartado, se argumenta la necesidad de desnaturalizar la creencia de que el hogar es un espacio de interacciones democráticas. Exponiendo la necesidad de que los estudios sobre la pobreza atiendan a las jerarquías intradomésticas. En el tercer apartado, se ilustra sobre como la perspectiva de género nos permite observar cómo la autonomía económica-ser perceptoras de ingresos- puede disminuir el riesgo de transitar situaciones de pobreza sobre todo frente a la alta adjudicación a las mujeres del trabajo doméstico. En el cuarto apartado se adscribe a los numerosos esfuerzos que autores/as de género realizan para reconceptualizar a las tareas domésticas como trabajo no remunerado. Tanto a partir de refinar su descripción-modalidades- como la metodología adecuada a su medición. En el quinto, y último apartado se muestra como las políticas sociales de TCI se sostienen por el alto nivel de participación de las mujeres pobres. Las mismas no logran efectivizar el fortalecimiento del capital cultural de las mujeres- segundo objetivo- por lo cuál conviene repensarlas atendiendo al subtexto de género que ocultan.