Estas páginas las he escrito con mucha espontaneidad, sin orden aparente, sin querer dar orden; las he organizado por subtítulos para acercarme más al lector, para aclararme yo mismo en lo que quiero decir. En los últimos 10 años he necesitado mucho del estilo que contiene este texto, ya que siempre fui tachado por distintos lectores como academicista y farragoso en mis ensayos. Es una cortesía del filósofo -dice Ortega y Gasset- ser claro. Lo intento. No es fácil. A mí me seduce mucho mostrar erudición, luchó contra ello, no contra otros sino contra mí mismo. Mi inquietud principal es conducirme por una iniciativa metodológica de último tiempo, al menos en mi historia de vida intelectual, a saber, la narrativa. De ella escuché hablar por primera vez a unos pedagogos de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia, ellos hablaban de Investigación narrativa. Proponían una expedición pedagógica nacional que habría de recorrer sendas pérdidas, rutas de nuestra geografía nacional, tras el testimonio inédito de maestras, maestros, niñas y niños, jóvenes, vecinos, gente del común. Nunca hice tal expedición, no fui parte de ella, pero quedó en mi sembrada una semilla, una inquietud, que aún no abandono.