Las comunidades enfrentan en sus territorios (espacios humanizados en el que están representadas las relaciones, movimientos, practicas, usos y costumbres) las dinámicas propias del capital, la expansión de las áreas de explotación minero-energética, es hoy una de los principales amenazas a las formas de vida tradicionales basadas en la agricultura, estos macroproyectos avanzan a ritmos compulsivos, amparados por políticas globales fundadas en el paradigma del desarrollismo, que se ha implementado con más fuerza en los países de América Latina a partir de la segunda mitad del siglo XX bajo gobiernos eminentemente partidarios de la liberación de los mercados, y de la no regulación de los estados en la economía. Se presenta entonces un escenario complejo en el que se enfrentan los discursos economicistas de eficiencia, rentabilidad, competitividad y beneficio financiero, frente a la palabra de los habitantes y sus formas de manifestación que prontamente pasan al olvido, por la acumulación de problemáticas. Es tarea de las ciencias sociales comprender y develar las relaciones de poder, las prácticas y las transformaciones acaecidas que subyacen en un escenario como el descrito.