Las migraciones no son una hipóstasis o sea un ser de carne y hueso. Y sin embargo la narrativa de las ciencias sociales sobre el tema imputa a las migraciones una capacidad de agencia que se ve reflejada en el uso de verbos de acción para asignarles atributos e identificar sus características: “Las migraciones producen… o bien las migraciones causan…; “las migraciones son…” o bien “la migración internacional, en general, ha permitido un mayor poder adquisitivo” (Fernández Guzmán, 2011: 4)… “las migraciones dificultan, degradan, afianzan, mejoran, etc., la vida local”; u otro ejemplo más sonado y prominente: “Las migraciones han sido el canal de formación de nuevas etnias y naciones, así como el instrumento de la expansión del comercio y de las conquistas y dominaciones, a la vez que han servido para el enriquecimiento cultural y las nuevas adquisiciones tecnológicas.” (Alba, Castillo y Verduzco, 2010: 11). El problema empieza a nivel lingüística con una confusión entre tener las migraciones por el producto de las acciones orientadas de los hombres hacia intereses divergentes y de acuerdo a valores distintos y considerarlas como la causa de procesos sociales que afectan directamente la vida de los hombres en sociedad.