Desde hace ya algunos cuantos años irrumpió en el mundo académico una discusión que removió las bases epistemológicas de la ciencia moderna fundada en el positivismo científico. El campo epistemológico se vio conmovido por los desarrollos de la perspectiva compleja. La aparición de la cibernética de Wiener (1948) en los años 40, los desarrollos de la Teoría General de Sistemas de Von Berthalanffy (1959) en los años 50 y 60 y los experimentos desarrollados desde el campo de la Física por Ilya Prigogine (1989), los aportes desde la Biología de Humberto Maturana y Francisco Varela (2013), la excelente producción en este mismo sentido de Edgar Morin (2003) y algunos otros eventos similares, sacudieron fuertemente la visión que se tenía realidad, de la investigación científica, sus métodos y sus resultados. El debate epistemológico, originalmente planteado en las ciencias sociales por Max Weber (1910) dentro del marco de la particularidad de este tipo de ciencias, (en oposición al movimiento cientificista de Emile Durkheim), reivindicando la ventaja de que el observador estuviera inserto dentro del campo de estudio. Da lugar a, comose ha dicho, toda una corriente más “social” de la concepción de la ciencia, pero no puso en juego el papel activo del sujeto observado sino que la relación siguió siendo sujeto –objeto, aunque si dentro del mismo mundo de vida.