El presente trabajo pretende reflexionar sobre el cruce entre geografía, emociones y corporalidades como una dimensión tanto de reflexión teórica como empírica donde las profundizaciones de dichas categorías analíticas atraviesan los proyectos de investigación colectivos1 como el individual. En este sentido, investigar en espacios sociosegregados involucra un recorrido de análisis que implique el cruce entre clases, sensibilidades y configuraciones territoriales. Dichas configuraciones atraviesan la memoria como las prácticas situadas que llevan a experienciar el espacio por círculos de encierro y/o circulación de acuerdo a las desigualdades que se estructuran en cada lugar, donde se activan emociones cargando cada territorio con determinadas prácticas para habitarlo y vivenciarlo.