La migración no es una dinámica de un continente exclusivo, tampoco es simplemente un hecho de moda; es, particularmente, una consecuencia de las políticas mal utilizadas por parte de algunos gobiernos que se niegan a aceptar que la situación se ha convertido en una crisis humanitaria, y es también un signo del agotamiento de viejos paradigmas que resultan insuficientes para comprender los problemas contemporáneos.