En la trama social contemporánea, la migración constituye un fenómeno que impacta la forma de vida de los sujetos inscritos en esa realidad, en consecuencia, sus procesos identitarios implican constantes replanteamientos desde el autorreconocimiento hasta las miradas de los otros. En lo subjetivo, los otros alteran los soliloquios y obligan a los sujetos a recuperar las imágenes que han hecho sobre ellos, de esta manera, la identidad se complejiza, pero les permite posicionar sus autorrepresentaciones como una forma necesaria de situarse en el mundo desde el eterno cuestionamiento del quién soy. En el desplazamiento, los migrantes representan la alteridad incómoda que irrumpe el espacio social al que llegan. En este sentido, la mirada de los otros pretende conocerlos desde sus diferencias pero prevaleciendo la desconfianza, la intransigencia, la severidad y el control. Como resultado de dicha interacción, se va conformando un tipo de identidades cuestionadas, sin embargo, estos sujetos se mantienen en una búsqueda desde lo subjetivo para reconocerse en el origen (la memoria), la experiencia y la relación con la alteridad. Lo anterior nos instó a conocer desde la enunciación de los sujetos migrantes, las identidades que han conformado. Para ello realizamos esta investigación con cuatro jóvenes oriundos de Tepeojuma, Puebla, poblado rural cañero en México que a través del tiempo ha conformado una tradición migratoria hacia Nueva York.