La formación para la investigación resulta central para continuar con la producción de conocimiento científico y a partir de ahí el desarrollo de estrategias que permitan accionar sobre la realidad social. Como sabemos, una investigación además de proponerse generar conocimiento científico original también puede proponerse transformar la realidad a partir de los resultados obtenidos, generando nuevos marcos conceptuales para el diseño de estrategias que permitan ayudar a mejorar algún sector de la sociedad. De allí la importancia de esta tarea que es uno de los pilares sobre los que se sustenta la tarea de la universidad.
Recordemos que "La formación de investigadores es… un quehacer académico que tiene por objetivo el enseñar a investigar" (Sánchez Puentes, 1987:56). A su vez, "enseñar a investigar consiste ante todo en la transmisión de saberes teóricos y prácticos, de estrategias, habilidades y destrezas" (Sánchez Puentes, 1995:91).