Entender a los recursos pesqueros como un bien común, significa entender que el mar tiene continuidad, unidad global y es un ambiente de inmensa fragilidad. Sin embargo, pensar en recurrir a este en forma posesiva de manos privadas, permitiendo la acumulación de la riqueza de quienes se apropian y sin políticas claras de control y protección, conduce a la sobreexplotación, a la pérdida de biomasa y al desequilibrio del medio marino. Desde un contexto social el mar como un bien común pone en análisis las tradiciones, los saberes y prácticas pesqueras, que han sido construidos colectivamente y transmitidos de generación en generación; surgen y se establecen modos de relación de la comunidad con la trascendencia, que se expresan en creencias, relatos, rituales y ceremonias. Entender los recursos pesqueros como bienes comunes implica pensar en un desarrollo sustentable donde se satisfaga las necesidades de la generación actual sin poner en peligro la capacidad de las futuras, otorgando beneficios para toda la sociedad dentro del marco de la seguridad alimentaria y como fuente de empleo. Supone también un enfoque ecosistémico, lo cual no sólo contempla la especie y el ecosistema en cuestión, sino que, además, debe analizar los factores sociales, para beneficiar a toda la sociedad generando así un desarrollo regional. El presente trabajo es una reflexión sobre la idea del recurso pesquero como bien común comparando las políticas realizadas en materia pesquera por Francia y la Argentina.