La presente ponencia corresponde al proyecto de investigación subsidiado por la Universidad Nacional del Sur, titulado "El sistema rural articulado sobre el ecotono pradera monte espinal". Al respecto señalemos que nos hemos ocupado de la cuestión en anteriores publicaciones (Petagna, 1995, 1996, 1998). En nuestros estudios hemos planteado que algunas variables referidas al habitat se presentan en los ecotonos como estructuras disipativas alejadas del equilibrio, tomando como dato el concepto derivado de la teoría del caos formulada por Ilya Prigogine (1980).
El concepto central es la idea de un sistema dinámico que evoluciona en el tiempo adoptando posiciones definidas como fase de estado. Digamos que el sistema depende un punto inicial que tiende hacia un atractor el cual es definido como "un conjunto que atrae o se le acercan todas las trayectorias de otro conjunto dentro del mismo sistema" (Gleick, 1990). Si cambia el punto inicial aparece una trayectoria diferente. Se forma una nueva estructura sistémica por las situaciones de desequilibrio que se generan, pero que no siempre desemboca en una anarquía sino en estructuras organizadas que se llaman disipativas porque consumen más energía que la organización anterior a la que han reemplazado.
El valor de aplicar la teoría del caos al pensamiento reside en la posibilidad de rever la visión mecanicista del mundo y aceptar comportamientos desordenados, irregulares e imposibles de ser predichos. El caos es la ciencia de los procesos más que de los estados. Lo importante es tener presente la trayectoria del sistema a tratar y considerar la no linealidad del sistema que hace que pequeñas variaciones de los parámetros de las ecuaciones que describen su comportamiento o corrimientos minúsculos en las condiciones iniciales, den soluciones que difieren unas de otras. Tal como lo hemos planteado el habitat rural en las áreas de transición puede ser conjeturado como un sistema que toma el carácter de estructura disipativa, en tanto dinámica, de comportamiento impredecible que responde a condiciones no lineales, que tiende a un desequilibrio en la distribución espacial y cuya trayectoria busca un atractor relacionado con el conjunto que ofrece más energía. Entendemos que esta presunción teórica complementa al enunciado sobre centro periferia. Este modelo espacial de desarrollo económico que debemos a Friedmann (1966) establece que existe una tendencia para que el crecimiento se concentre en localizaciones favorecidas (core) y que en su despertar deje áreas estancadas y en declinación (periferia). En escala regional las áreas estancadas se perfilan a todas luces, como espacios geográficos que a la manera de intersticios entre nodos y flujos (Haggett, 1968) configuran el espacio rural en el cual los núcleos de menor tamaño parecen decaer para nutrir los centros de mayor tamaño.
Desde este punto de vista el objetivo del trabajo es establecer la declinación del tamaño de los núcleos menores y los consecuentes efectos espaciales de naturaleza impredecible. Para ello habremos de estudiar el habitat rural según el estancamiento de sus pueblos y el empobrecimiento de sus pobladores. Se supone que las áreas de transición en tanto áreas marginales dependientes en alto grado de las condiciones físicas ambientales, clima y suelo, sufren las crisis desde el arranque de las mismas y que la marca espacial se evidencia en el despoblamiento con flujo hacia las ciudades centrales. Los pueblos semi abandonados son un reflejo de las penurias que al fin se traduce en la pérdida de población más joven.