Los procesos de integración son dinámicas que caracterizan el capitalismo actual. El integracionismo regional es una de las estrategias de los Estados para direccionar sus economías, estimular su desarrollo e insertarse en el sistema internacional, generando consecuencias socio-territoriales en diferentes escalas. La integración suramericana es uno de los aspectos que está en la agenda de nuestra región. Una de las cuestiones centrales es qué modelo seguir y cuál se ajusta mejor e interpreta la realidad de Sudamérica. Se pueden distinguir dos tipos: uno que privilegia los aspectos endógenos y valoriza geopolíticamente a los países de la América del Sur y otro que se encuadra en la perspectiva ortodoxa de integración vinculada al aspecto comercial y subsumida a los intereses del centro capitalista. Así, en el escenario geopolítico regional se pueden visualizar dos etapas: a) La primera entre los años 2003-2015, donde se pensó una iniciativa tendiente a alcanzar la autonomía política respecto de los países centrales; la Unasur podría ser un ejemplo de esta tendencia. b) La segunda entre 2015-2019, con un avance del regionalismo de carácter económico, comercial y aperturista; el Prosur sería una manifestación de esta mirada. El propósito del presente trabajo será indagar, a partir de un abordaje descriptivo-explicativo, el impacto que las transformaciones del mapa político del proceso de integración regional generarían en nuestros territorios y sociedades, específicamente en los recursos naturales de la Patagonia, siendo esta una de las claves para comprender las estrategias de los actores dominantes en el cambio del modelo integracionista vigente.