Cualquier intento de planificación programática responde a un determinado marco político institucional como también a ciertas condiciones materiales y económicas. Asimismo adquiere particular importancia el rol desempeñado por el Estado y la asignación de funciones específicas a entes u organismos públicos existentes, en la elaboración e implementación de planes y/o paquetes de medidas de carácter conyuntural o largo plazo. Esto es particularmente destacable durante el período de la restauración conservadora, iniciado después del golpe del 6 de septiembre de 1930, cuando no solo se asiste a la vulnerabilidad del sistema político sostenido en el ya conocido instrumento del fraude electoral, sino también a la vulnerabilidad del sistema económico, casi totalmente dependiente de los aconteceres del mercado externo (sobre todo de Gran Bretaña, nuestro principal demandante en el comercio de granos y carnes).