El crecimiento explosivo de la población y de la urbanización, constituyen dos fenómenos de creciente dinamismo e importancia en el mundo actual, especialmente en los países pobres. Uruguay está dentro de este grupo, pero si bien figura en los primeros lugares en el segundo de los casos, ocupa los últimos en cuanto al primer fenómeno mencionado, comportándose en este sentido según los paradigmas de los países ricos. Este tipo de crecimiento ha sido un gran tema de discusión en los distintos países y en diferentes tiempos. Teorías extensamente fundamentadas se han referido a él a favor o en contra, teniendo en cuenta su repercusión positiva o negativa en el desarrollo económico, en el agotamiento o no de los recursos naturales y, en sus consecuencias favorables o drásticas en lo que se refiere especialmente a las grandes aglomeraciones.
Uruguay, pese a ser un típico país del hasta hace poco llamado Tercer Mundo, nunca tuvo políticas referidas a este tema, o más precisamente tuvo la que se sustenta en el no tratamiento del tema, ya que nunca se tomó una postura acerca de sí el país tenía que estimular o no el crecimiento de la población. Los datos registrados demuestran que, a diferencia de otros países latinoamericanos, Uruguay tiene desde hace muchas décadas un muy lento crecimiento de la población, registrándose entre 1985 y 1996 una tasa anual media de crecimiento intercensal de 6,44 por mil. En consecuencia hay una tendencia clave hacia el envejecimiento de la población, que continúa un proceso que se viene dando desde hace muchas décadas.
No escapamos, como ya se mencionó anteriormente, al fenómeno mundial de la urbanización, e incluso el país se encuentra en los primeros lugares en cuanto a porcentajes de población urbana. Si consideramos los países con mayor grado de urbanización, vemos que en casi todos los casos existe una directa explicación del fenómeno: en unos se trata de países ricos en los que la alta tecnificación del campo no hace necesaria la residencia permanente allí, sin olvidar actuales tendencias de regreso a lo natural, con las consecuentes migraciones al medio rural. En otros casos, hay factores netamente geográficos que explican la concentración urbana, tal como ocurre en áreas desérticas, montañosas, etc., o la total urbanización por la escasa superficie, donde se dan situaciones en que la totalidad del territorio coincide prácticamente con la única ciudad.