Las nuevas formas en el espacio y en el tiempo suponen un marco de comprensión, comunicación y transferencia, que aún para el geógrafo experimentado en realizar lecturas desde distintos aspectos, significa hallar la forma de expresarlo. Es necesario acordar en una semiología que permita describir las nuevas realidades territoriales, los modos o pasos metodológicos para su análisis y especialmente la suficiente fluidez en el lenguaje común, para el intercambio: desde el pensamiento, en el lenguaje y en la producción de conclusiones comunicables. No se tiene la respuesta, pero se siente la necesidad de la búsqueda y de hacer el intento de hallarla. Si inicialmente lo expresara como un tratamiento en el cómo hacer, se pensaría que es más adecuado un eje pedagógico relacionado con la tradición en enseñanza y que abordara estos principios. Pero se intenta andar un camino paralelo, más particular. Está contenido en lo geográfico y específicamente en lo espacial. Toma espacios reales y concretos, recortados según las variables a utilizar, en la escala adecuada y pretende conocer en un acercamiento posible: la trama resultante de distintas configuraciones, su dinámica, sus tendencias y los nexos que lo relacionan con otras unidades, desde la horizontalidad y desde la verticalidad (Santos, 1996) y su encaje -o no-; su integración -o no-; parcial o totalmente en el mundo actual de los tiempos de globalización.