La propuesta que puede hacerse un autor, al delimitar la razón del escrito que presentará a sus lectores, puede vincularlo con propósitos diversos que la coloquen en grados distintos de apreciación. Ellos pueden abarcar: desde la utilidad que proporcionará al receptor, hasta la rigurosidad del contenido que intente demostrar un concepto, de validez científica, con el que busca contribuir a su manifestación y permita acceder a una expresión de uniformidades de los fenómenos que muestran una existencia natural que conduce a explicarlas.
El que busca reconocer fundamentos de una disciplina instrumental, que se comporte como una herramienta hábil para hacer una comprobación adecuada, deberá ceñirse, especialmente, a hacerlo después de haber entendido que el objetivo que lo debe guiar está en facilitar al usuario los elementos para comprenderlo mejor.
Esa convicción lo obligará a prescindir de especulaciones que lo enfrenten a derroteros que constituyen, a priori, caminos que conduzcan a soluciones controversiales, que promueven, seguramente, plantearse resoluciones incompatibles con los procedimientos impuestos por un funcionamiento sistemático que debiera respetarse incuestionablemente.
Les impondría la utilización de ideas que se han amoldado a meta-teorías que sostienen su vigencia y descartan procedimientos inclusivos que se manifiesten claramente rechazados porque no tienen integración con ella y sólo facilitan la confusión sobre los resultados buscados. Empleando tal modo conflictivo sólo se conseguiría dificultar el normal tránsito hacia el destino procurado, al punto de trastocar la presentación de los efectos para presentarlos de un modo inapropiado.