La literatura se ha encargado de pintarnos a los pulperos como ávidos de lucro, ventajeros, hábiles comerciantes que “estafaban” a sus clientes y a la pulpería como un rancho poco surtido puesto que los intereses principales del pulpero tenían que ver con la venta y acopio de cueros. La imagen de Hernández, en consonancia con la visión sarmientina de un desierto donde los gauchos son quienes por conocimiento del terreno mejor se desenvuelven, nos trasluce una sociedad arcaica, dicotómica, y poco compleja. La historiografía por su parte también ha acompañado, en algunos casos, esta visión de una sociedad de corte tradicional.