Hacia 1930, la población de Argentina completó su proceso de transición demográfica, como consecuencia del descenso de las tasas de mortalidad y natalidad. Asimismo, la reducción de los niveles de fecundidad reveló, entre los sectores medios urbanos, una preferencia por las familias de tamaño reducido. Es de destacar que las parejas que lograron limitar el número de hijos lo hicieron en un contexto caracterizado por una fuerte retórica pronatalista y el predominio de métodos anticonceptivos tradicionales. Germani (1961) recurre al promedio de personas que componen cada unidad familiar para constatar el paulatino descenso del tamaño medio de las familias que, si en Argentina en 1869 estaban compuestas por 6,1 personas pasan a 5,2 en 1914 y se reduce hasta llegar a 4,3 en 1947. El autor hace referencia a un modelo de familia en transición que surge en el proceso de transformación de una sociedad tradicional y su reemplazo por una estructura de tipo industrial-urbano. Trabajos pioneros sobre la transición demográfica en nuestro país destacan que el segmento de mujeres que, al inicio de la transición, se diferenció por una fecundidad menor fue el de las residentes en áreas urbanas, no nativas, de estratos medios y que habían tenido acceso a mayores niveles de educación (Pantelides, 1990; Torrado, 1993; López, 1997).