La medicina actual es el resultado de veinticinco siglos de conocimiento técnico. Hacia el 500 a. c., se abandona el mito como explicación de los cambios en los estados de salud y enfermedad, dando lugar al razonamiento científico. Aparece la tekhne iatrike, el hacer algo sabiendo por qué hacerlo. Y fue griego el idioma de tal medicina clásica; más tarde el mundo latino tradujo las palabras, produciendo confusión en algunos casos. Tekhne iatrike se transformó en ars medica. (Lo que hoy llamamos arte de curar en español, healing art en inglés o Heilkunst en alemán). Una fútil discusión acerca de la tecnicidad o artisticidad de la medicina es tópica entre los profesionales de la salud, donde hasta las propias traducciones del Corpus Hippocraticum no ayudan a dirimir la cuestión. Es cierto, sin embargo, que el arte en la medicina ha trascendido desde siempre al hecho meramente asistencial. La primitiva tekhne implicaba entre los griegos el conocimiento del qué y el para qué, apoyados ambos en una formación y educación en las artes. Veinticinco años después, la relación medicina y arte -al menos desde su enunciación terminológica- no ha vuelto a ser clara y precisamente definida. Se propondrá en esta comunicación la posible construcción de un grupo de neologismos para designar tales puntos de contacto en la educación, en la práctica y en la investigación médicas respectivamente.