La elegía liminar de Tristia I está dirigida por Ovidio al libro que ha escrito en el exilio y que ha de ser necesariamente su emisario en Roma, porque a él, el poeta, la Vrbs le está prohibida. A partir de allí, inicia un viaje incesante a Roma. Un viaje imaginario que durará tanto como su exilio. Esto es decir -aunque el poeta no lo sabe- tanto como el tiempo que le resta vivir. Relacionando las imágenes ilusorias de las obras del exilio con las imágenes reales de las obras del amor, cuando el poeta vivía feliz en Roma, vamos a observar el sentimiento ovidiano en uno y otro caso, para aproximarnos después a su concepción de civilización y ciudad y a una eventual evolución de la misma.
[Extraído del texto a modo de resumen]