Las relaciones en la cárcel de varones tienen la particularidad, justamente, de que se dan principalmente entre varones. Pero a su vez, de varones que están atravesados por reglas y por límites marcados por un poder mayor a ellos, por un servicio penitenciario que estructura sus vidas cotidianas y por un sistema judicial que opera sobre ellos (Motto 2015).
Una gran cantidad de gente, construye a esos sujetos como aquellos que representan lo peor y más violento de la sociedad, como la máxima expresión de lo irracional, de lo malo, de los que no se acomodaron a un sistema moral que debería operar para todos/as.
Sin embargo, sostendremos en este trabajo que las relaciones intercarcelarias entre detenidos no se dan pura y exclusivamente a través de la irracionalidad y la violencia. Entendemos que esos vínculos se dan también con signos de negociación, de solidaridad, de lazos emocionales y de respeto. Por eso, el objetivo que aquí nos planteamos es el de desmitificar la idea de guerra de todos contra todos, de romper los prejuicios sobre estos sujetos, para poder acercarnos a su cotidianeidad y comprender esas lógicas que están en juego en los vínculos que se establecen, y cómo, de alguna manera, se desenvuelven todas las relaciones conflictivas, solidarias, sexuales y emocionales de los varones detenidos.
Reconstruiremos, entonces, las formas en que los lazos se convierten en el sostén, en nuevas posibilidades, en la forma de romper con aquellas lógicas de individualización, y veremos cómo allí se conjugan elementos contradictorios o, por qué no, complementarios, entre imágenes de fortaleza y autoridad; con instancias emocionales, de cooperación y organización.
Por otra parte, este trabajo intentará relevar algunas variaciones que hemos visualizado en los últimos años5 , donde encontramos que los cambios en las regulaciones y legislaciones, se ven plasmados también hacia el interior, en las relaciones que allí se establecen. Tomaremos aquí el ejemplo de la visita higiénica.