En 1969, Pierre Klossowski escribe para Le monde unas breves aunque sugerentes páginas, en las que recuerda la impresión que, en la década de 1930, produjo en él y en sus compañeros del Collège de sociologie la figura de Walter Benjamin. Klossowski, quien conoció a Benjamin en los últimos años de su vida, expresa en esa semblanza lo que consideraba el “fundamento más auténtico” del crítico berlinés, esto es, “su visión personal de un «falansterianismo» renovado... subyacente a sus concepciones explícitamente marxistas”. Con ello dejaba asentado uno de los enclaves más fértiles, pero menos visitados, para abordar el pensamiento del Benjamin maduro. Nos referimos, como es obvio, a la simpatía por él profesada hacia el excéntrico inventor de los falansterios, el socialista utópico Charles Fourier.