La cuestión del empirismo trascendental es decisiva en el pensamiento de Gilles Deleuze. No tanto por los aportes epistemológicos que proporciona sino porque en el centro, o mejor aún en el núcleo su concepción filosófica se torna evidente el problema del sujeto, de un sujeto cuya emergencia, opaca y difusa, no encuentra la voz de un «yo» que lo sustancialice y de ese modo lo vuelva posible. Los primeros desarrollos de «empirismo trascendental», por supuesto, pueden encontrarse entre las páginas de Empirisme et subjectivité (1953), texto que tempranamente Deleuze dedica a la filosofía de David Hume. Pero también, con un tratamiento probablemente más acabado, Différence et répétition de 1968 y Logique du sens, publicado un año después, representen los desarrollos más profundos de este singular empirismo.