El género es la configuración histórica elemental de todo poder y de toda violencia, por tanto su estatuto, y puntualmente el del cuerpo femenino no es el del margen, sino que es central. De allí que estos últimos hayan operado sistemáticamente desde la época de la Conquista como colonias del poder patriarcal, un poder que cristaliza las relaciones de desigualdad y de dominio sobre “el otro”. Bajo los patrones del patriarcado colonial moderno, estructurado en una lógica dicotómica y jerárquica, lxs otrxs (negros, pobres, indios, mujeres, trans, travestis, discapacitados, niños) deberán ser borradxs, suprimidxs, anuladxs. Estxs otrxs, no lo son en cuanto minoría numérica sino que lo son en su carácter de alteridad respecto al Uno- el Sujeto hegemónico, y para lo cual intervienen y se entrecruzan diversas instancias. En este sentido, la perspectiva feminista materialista y decolonial es potente para comprender al género en interseccionalidad con diversas categorías culturales, étnicas, de clase, de elección sexual. Y que permite comprenderlo como una categoría complejamente entramada en distintas estructuras personales, sociales, políticas.