Afirmar que los programas de desarrollo económico – social y los rediseños estatales que muestran en la actualidad gran parte de los países en América Latina son tributarios del modelo neoliberal no es exagerado. Aunque podríamos matizar el argumento, afirmando que en algunos países se ha tratado de morigerar los impactos del modelo con políticas públicas que con cierto grado de eficacia ha reducido la pobreza. No obstante, esta constatado que esos esfuerzos no han sido suficientes para impedir la aceleración de los procesos de desigualdad social en la región. El caso de Chile al respecto es paradigmático.