El Fedón nos hace testigos de los últimos momentos de vida de Sócrates frente a la muerte que inexorablemente se aproxima. Atrás quedaron ya los intentos por evitar este trágico final y la apremiante indagación de quienes pretenden que su maestro explique suficientemente las razones para aceptar mansamente su muerte pone de manifiesto que son ellos mismos los que encuentran interpelado el sentido de sus propias vidas. Frente al amplio abanico de temas e intereses que hilvana la obra, propondremos en este trabajo una lectura transversal de pasajes seleccionados que nos permita pensar qué es lo más propio del yo, aquello que nos hace ser quienes somos durante la vida y aun después de lo que llamamos muerte.
Para ello, comenzaremos con el análisis del uso del término el mismo (autós) con el que se abre el diálogo, donde exhibe el sentido corriente de quién es aquel mismo que estuvo presente el día de la muerte de Sócrates (Fedón 57a1, a4), y lo contrastaremos con un pasaje del final de la obra donde Sócrates afirma que él es quien está en ese momento dialogando y no el cadáver que verán a la brevedad (Fedón 115c6-d2. Para entender las razones de este cambio profundo en la consideración de lo más propio del ser humano, recorreremos pasajes que nos permitan vislumbrar, en primer lugar, la distinción antropológica entre cuerpo y alma que es afín y congénere al diseño onto-metafísico de separación entre lo sensible y lo inteligible. Y, superpuesto a este planteo, relevaremos otros pasajes en que, desde un enfoque de tipo ético, se rescata más bien el cuidado que hay que tener del verdadero yo en esta vida. Concluiremos que el Fedón, más que explicar las razones para aceptar la muerte, es una invitación a un modo de vida filosófico.