Turner había planteado comprender la historia de su país en función de la expansión de la frontera y de la utilización de espacios libres. Así no solo aportó una nueva dimensión al concepto de frontera, sino también una nueva visión de la Historia. A través de esa perspectiva la Historia comenzó siendo pura frontera para, paulatinamente, pasar de ser sede, asentamiento y ciudad precaria -a la fuerza de intento y de afirmación de la idea de persistir y de extenderse- a ser una región, un país difuso -a medias independiente- y finalmente un país constituido.
Con esa lectura no había espacio vacío al que no pudiese asociarse lícitamente su ocupación. El pionero, el colono, el fortinero y el soldado protagonizaban, por tanto, la ocupación de la nación y el forjamiento del Estado. En ese sentido, la argumentación teórica de la tesis turneriana se sustentaba en ideas político-expansionistas, pero también en el surgimiento de sociedades democráticas (libres) en la frontera.
Los trabajos que se fundamentan en la tesis turneriana suelen compartir una misma línea de comprensión. La frontera es entendida como una franja extrema de una región de bajo poblamiento o colonización que tiende a avanzar hacia zonas más despobladas.
Conceptos como “ocupación del suelo” y “poblamiento” se aplican para explicar cómo se dinamiza la frontera, por ejemplo, en su dimensión económica. En ese marco las áreas fronterizas son consideradas también “por antonomasia” como áreas receptoras de población y “válvula de escape” para problemáticas sociales.
Dentro de esta perspectiva teórica pareciera que el “vacío” y la consiguiente ocupación estarían asociados a la idea de que la sociedad fronteriza se constituye por igualitarismos. De darse el conflicto, por tanto, éste resultaría de la disputa por la apropiación del espacio entre aquellos que pretenden ser pobladores y aquellos que originariamente pudieron tener algún tipo de asentamiento o uso de ese suelo.
El objetivo de este trabajo es mostrar que los estudios realizados para la región del Río Cuarto ofrecen evidencia que complejiza aquellas presunciones. Se observa, por ejemplo, que a) esta región fronteriza –desde la época colonial- no se conformaba como un espacio vacío sino que en ella se expresaba el dominio español sobre la población india de la sierra; b) que la ocupación hispano-criolla y su sociedad emergente era más bien jerarquizada y así reproducía los mecanismos propios de una sociedad estamental y c) que en ese marco habitaban familias de “prosapia” que mantuvieron cierta línea de continuidad hasta bien avanzado el siglo XIX y en algunos casos el siglo XX. Su poder en la región, por tanto era explícito y se identificaba particularmente más en el ámbito rural que en la propia villa.