Abordar esta distancia entre lo declarado y lo institucionalizado como expresión de la tensión “concentración y distribución del poder”, permite vislumbrar las relaciones de poder existentes inclusive fuera del marco constitucional y legal. Este diálogo centralización – descentralización atraviesa la política de la época, sesgando las definiciones y la toma de decisiones más allá de lo explicitado. La consolidación del modelo demanda políticas fuertes y centralizadoras, la historia exigía el respeto por las autonomías provinciales. El resultado, la coexistencia de dos planos: el del discurso y el de las acciones, el de las palabras y las cosas, que producen un entramado particular como nota distintiva de la cultura política hegemónica. [Extraído a modo de resumen]