Este texto comprende dos partes. En la primera, nos proponemos delimitar y analizar aquellos rasgos del contexto político-educativo de la década del ’80 que ejercieron un papel relevante en el desencadenamiento del conflicto. En la segunda parte del trabajo, avanzaremos en la reconstrucción de las modalidades de política sindical que se desplegaron en el proceso de la “Marcha Blanca” y que, entendemos, adquieren relevancia para la comprensión de la emergencia de las autoconvocatorias. Tanto en las entrevistas como en los documentos de prensa, pueden identificarse elementos que dan cuenta de una evaluación positiva y negativa de la Huelga. Si la primera se trasluce en el reconocimiento de un saldo organizativo que se capitaliza y se pone en juego en experiencias de acción colectiva posteriores, la segunda se manifiesta en la percepción de fracaso que dejan ver los sujetos que participaron de este proceso. Es en este sentido que, pensamos, la huelga generó cierta “crisis de confianza” en las estructuras sindicales docentes pero, al mismo tiempo, produjo un aprendizaje del que los trabajadores de la educación pudieron valerse para hacer frente a conflictos gremiales posteriores. Intentaremos delimitar los aspectos que intervienen en esta doble conceptualización.