La historia de mujeres artistas ha sido objeto de estudio por parte de una importante cantidad de investigadores e investigadoras a partir de los revisionismos históricos que desde la década del ’70 planteaban la necesidad de construir y reconstruir el discurso histórico desde una perspectiva más amplia. Hasta aquel entonces solía considerarse Arte al modelo propuesto por las producciones estéticas occidentales obra de un sujeto creador masculino, blanco, occidental, heterosexual y cristiano.
La historia del arte concebía a las demás producciones estéticas como fenómenos exóticos o curiosidades misteriosas debido a que no pertenecían a su cultura y por tanto eran advertidos y juzgados desde aquella perspectiva e incluidas en la historia oficial ocasionales referencias de ellas.
En la actualidad pareciera que este tipo de cuestiones ya han sido o están siendo superadas, aun así la herencia paternalista de nuestra sociedad mantiene rasgos característicos del modo de pensamiento y producción patriarcal y las construcciones artístico-estéticas actuales poseen atributos que refieren a ella.
Durante gran parte de la historia, las mujeres que concebían trabajos artísticos pretendían que su obra no evidenciara rastros de su condición femenina debido a que era considerado un elemento de minusvalorización, recién desde la segunda mitad del siglo X X con el aporte de las corrientes feministas las mujeres artistas pondrán en sus abordajes poéticos su experiencia como mujeres.