Las mujeres que se encuentran detenidas en las unidades penitenciarias de la provincia de Buenos Aires comparten historias de vidas signadas por la discriminación, exclusión, violencia y falta de acceso a derechos básicos fundamentales, como salud, trabajo, educación y vivienda, entre otros.
Es en la privación de libertad que se profundizan esas vulneraciones a través de una compleja trama que condena a las mujeres, no sólo por el delito que cometieron sino también por no cumplir con el rol socialmente establecido para ellas. Para contextualizar cabe referir la conceptualización propuesta por Erving Goffman quien define a la cárcel como una “institución total” y como “ un lugar de residencia y trabajo, donde un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un período apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria. (Goffman, 1994, p13) En este marco, las propuestas educativas formales, no formales y de capacitación laboral para las mujeres que están privadas de su libertad en las unidades penales reproducen roles estereotipados, convocándolas a cumplir con un lugar socialmente establecido.
Según Elizabeth Jelin, en el mundo urbano y rural se han ido construyendo dos esferas sociales diferenciadas; una relacionada al mundo del trabajo, la producción y el otro vinculado a lo doméstico, la familia, la casa, marcando de esta manera ritmos, espacios y tiempos bien delimitados, generando expectativas sociales diferentes para hombres y mujeres.
La manera en que se determina cómo es y debe ser un hombre o una mujer es una construcción cultural vinculada directamente con la cultura hegemónica y con el modelo de producción económico. Lo femenino aparece subordinado a lo masculino tanto en el campo social, político, económico y mucho más sujeto a imágenes tradicionales y naturalizadas.
Si bien actualmente se transita un proceso de cambio, la participación a nivel económico de las mujeres no implica una reestructuración y redistribución de los quehaceres en el ámbito doméstico. Graciela Morgade plantea que todavía circulan imágenes, ideales que definen de alguna manera la posición de la mujer dentro de la sociedad, la mujer madre-esposa y ama de casa, la mujer bella, delgada, objeto sexual y por último la mujer máquina que trabaja de manera retribuida, realiza las tareas del hogar, organizada.