Asumir el género como acción, no significa que cada persona tenga la capacidad consciente de desplegar un libreto de género según cada situación y cada ámbito en el que se encuentre. No estamos hablando de interpretación del género en términos de teatralización o dramatización, dado que esto implicaría pasar por alto la historicidad de las normas que constituyen el poder que tiene el discurso de hacer realidad lo que nombra (Butler, 2002). Dicha visión correspondería, más bien, a autores como Erving Goffman (1994), para quien el sujeto, femenino o masculino, despliega conscientemente su libreto frente a determinado “público”, de acuerdo al tipo de escenario en el que se encuentra, disfrazando algún verdadero “yo”.
En cambio, la posición de Butler resulta incompatible con el voluntarismo y el individualismo, y en modo alguno supone un sujeto que escoge. Siguiendo con la metáfora teatral, el acto que uno hace, el acto que uno ejecuta, es, según Butler (1998), en cierto sentido, un acto que ya fue llevado a cabo antes de que uno llegue al escenario. Por ende, el género es un acto que ya estuvo ensayado, muy parecido a un libreto que sobrevive a los actores particulares que lo han utilizado, pero que requiere de ellos para ser actualizado y reproducido una vez más como realidad.
Es una perspectiva que atenta contra la noción de un sujeto soberano, voluntarista, en tanto dicho sujeto sólo puede ser reconocido como efecto de la repetición de formas de hacer y decir propias de un régimen de relaciones de género. A sí, lo que podríamos llamar «capacidad de actuación» o «libertad» es el marco de posibilidades abierto por las brechas generadas en el proceso de interpelación de las normas y en el de su auto repetición. Por tanto, “la libertad, la posibilidad y la capacidad de actuación no son de índole abstracta y no preceden a lo social, sino que siempre se establecen dentro de una matriz de relaciones de poder” (Butler, 2002a: 64).
La performatividad de género opera regulando las diferencias de género, a través de una matriz que las divide y jerarquiza de forma coercitiva (Butler, 2002a). En este sentido, cualquier fracaso en la formación de sujetos genéricos es, según Butler, un efecto de tener que formarse en el tiempo una y otra vez, lo cual lo hace susceptible a un cambio de rumbo, en virtud de esta necesidad de repetirse y reinstalarse (Butler y Laclau, 1999).