Una de las mayores preocupaciones para los analistas a la hora de evaluar el devenir del conflicto hegemónico que enfrenta actualmente a las dos principales potencias del sistema internacional, los Estados Unidos y China, es si dicho enfrentamiento decantará en la división del mundo en dos bloques antagónicos e irreconciliables, tal como se configuró el sistema de la Guerra Fría.
Sin embargo, actualmente los terceros países no siguen esa lógica de pertenencia a bandos excluyentes y opuestos, sino que por el contrario optan por la conformación de coaliciones ad hoc.
Podemos entonces, proyectar la idea de Zygmunt Bauman sobre la “modernidad líquida”, y describir estas conexiones como volátiles, resilientes y adaptables al contexto. Las alianzas se conforman, de este modo, alrededor de temáticas en común, evitando los bloques rígidos.
En relación a lo expuesto, observamos que el panorama actual tiene similitudes con el periodo denominado como Pax británica (1815-1914), en el cual se conformaron alianzas que no respondieron a bloques rígidos. En ese entonces, el poderío británico decaía frente al estadounidense, produciéndose una transición hegemónica. Actualmente, estos roles fueron asumidos por Estados Unidos y por China (Mearsheimer citado en Darío, 2020).
En este sentido, el objetivo del presente artículo es analizar la nueva dinámica internacional propia de la geopolítica actual. Para ello, desarrollaremos el escenario que se conforma frente a la puja sinoestadounidense en un contexto complejo, marcado por la globalización. Con ello buscaremos dar respuesta al por qué se prefieren las alianzas líquidas.
Para ello consideraremos tres niveles de una importancia estratégica fundamental que atañen al proceso de toma de posiciones frente al conflicto hegemónico, relativos a la seguridad, la economía y el desarrollo tecnológico. En cada uno tomaremos ejemplos concretos que fundamenten lo expuesto.