La adjudicación de total sabiduría en la literatura griega arcaica aparece expresada repetidamente en términos temporales que a su vez suponen una superación de lo temporal: desde la Ilíada, el adivino es alguien que tiene saber acerca de “las cosas que son, las que serán y las que han sido”; la misma fórmula reaparece en la Teogonía respecto de las musas y con alguna variante respecto del canto del poeta. El conocimiento trans-temporal inspirado de estos dos seres humanos privilegiados, “maestros de verdad” de palabra autorizada (el adivino y el poeta), que sería parcialmente desautorizado por el discurso incipiente del filósofo, sería recuperado más adelante en contextos de descrédito o pérdida de valor del saber argumental. En el paso del siglo XVIII al XIX en Alemania la cuestión vuelve con fuerza y se plantea como una dicotomía que expresa el quiebre entre el Clasicismo de Weimar y el Romanticismo temprano: el saber acerca de todas “las cosas que son, las que serán y las que han sido” es un imposible para la mente humana o es, por el contrario, un objetivo concreto, el fin del iniciado. En la presente comunicación se exploraron puntos destacados de este recorrido.