Desde el nacimiento, los humanos poseemos una competencia comunicativa que nos permite una comprensión activa de los pensamientos y emociones de los otros; da lugar a fenómenos dinámicos y aparentemente intencionales de comunicación no verbal en los que es posible compartir con otros, el deseo y la emoción a través de los movimientos del cuerpo y de la voz. Estas ideas son recogidas por el concepto de musicalidad comunicativa, que es entendida como una habilidad innata, vital para una comunicación satisfactoria entre la gente. Una parte central de la musicalidad comunicativa, tal como se manifiesta en el desempeño adulto, se vincula con un conjunto de movimientos corporales ya presentes en los intercambios entre adulto y bebé que revelan información acerca de la intención, y que serían un elemento central de la expresión musical. En este sentido, podemos asumir que la práctica de significado musical es un fenómeno multimodal que abarca no sólo la producción sonora -instrumental y/o vocal- sino también otros tipos de producción, como el habla y el movimiento que involucran al complejo sonoro-kinético en interacción. En este trabajo, nos centramos en el análisis de la musicalidad comunicativa emergente en contextos de producción musical de sentido propios del arte musical. En particular describimos aspectos de la musicalidad comunicativa emergente en el ensayo de música de cámara y la master class de canto.