La psicología contemporánea, dijo Buccola, ha roto el círculo de las tradiciones metafísicas y procede, pacientemente, á indagar la ley mediante el experimento y la observación. Es imposible hablar hoy de psicología en abstracto, sentar axiomas, crear definiciones como lo hacían los filósofos del siglo XVIII, para sustentar teorías fantásticas y arrogarse el derecho de discutir los altos problemas del espíritu.
La Psicología, al contender sobre hechos, se entrega al método lento, reposado, analítico de la ciencia; constata primero, merced á una labor larga, tal vez penosa de laboratorio, los fenómenos; los describe; induce con parsimonia y generaliza con reserva, tratando de buscar una aplicación á la verdad descubierta. Ha perdido, así, el carácter pintoresco con que la apreciaron los pensadores herméticos que pretendían crear ciencia sobre libros, por repugnancia á la blusa del investigador, sin resignarse á la pena de anotar, días y meses, casos, clasificarlos, compararlos para que de ellos naciera el rayo de luz victorioso que la verdad anhela.