Pasión por explicar la vida propia, rastrear los orígenes de una vocación literaria, dramatizar las comedias familiares que subyacen a una filosofía y una ética de la existencia, dar cuenta de una experiencia del mundo en una visión abarcadora y dialéctica; a la par que intentar seducir al lector mediante la palabra como postrera despedida de un estilo literario: Les Mots (1964) de Sartre constituye la primera evidencia de una obsesión autobiográfica del autor que se confirma post-mortem con la publicación de los Carnets de la dróle de guerre (1983), y las Lettres au Castor (1983). Obsesión autobiográfica que por otra parte se hace manifiesta en las biografías que dedicó a Baudelaire, Genet, Flaubert o Mallarmé, donde la audaz autoproyección singulariza, más que una obsesión narcisista, la busca pertinaz de sí mismo y de un doble que es a la vez el otro.