Victoria Ocampo escribe a Virginia Woolf en marzo de 1934 una carta donde comenta las impresiones que le provocara su histórico encuentro con la ya famosa escritora inglesa:
"Tavistock Square, este mes de noviembre... dos mujeres hablan de las mujeres. Se examinan, se interrogan. Curiosa, la una; la otra, encantada...Estas dos mujeres se miran. Las dos miradas son diferentes. La una parece decir: 'He aquí un libro de imágenes exóticas que hojear”. La otra: En qué página de esta mágica historia encontraré la descripción del lugar en que está oculta la llave del tesoro?'"
Leer el relato de este singular encuentro desde la perspectiva de la Ocampo me conmociona por la exquisita y pudorosa comparación que logra desplegar del hacer escriturario de estas dos mujeres. Escritora ya consagrada la inglesa, la argentina habla, dice, desde la admiración y la carencia. El encuentro con una mujer escritora que ha “encontrado el tesoro”, la clave de un estilo y una voz propia, despierta en Victoria la necesidad de plantear y plantearse qué significa escribir, cómo y desde un corazón de mujer.