A lo largo de los siglos y de las maneras más diversas, la mitología clásica no ha dejado de atraer al hombre de Occidente; es un componente esencial en la admirable cultura que los clásicos nos han legado. Prueba de ello es la vigorosa perennidad del mito, en particular durante el siglo XX, época de grandes convulsiones y dolorosas contiendas, deshumanizada y tecnlficada en extremo, en que la magnificencia extra-cotidiana del mito y su poesía primigenia, se prestan admirablemente a la exposición de ideas universales y a conmover. El mito de Teseo, vencedor del Minotauro, ha sido recreado en la pluma de ilustres escritores, desde Borges a Kazantzaki, pasando por Gide, Cortázar y otros. En el caso de los autores que nos ocupan, el mito es enfocado desde dos ángulos diametralmente opuestos, lo que hace mucho más fecundo este cotejo. Respecto de la cronología de las obras y de su ubicación en ia producción de ambos autores, tiene lugar una curiosa circunstancia: Los reyes, poema dramático publicado en 1939, es la primera obra que Julio Cortázar firma con su nombre. El Teseo de Gide, por el contrario, es su último libro importante, el “canto del cisne” como lo denomina la crítica. Así, mientras Cortázar con Los reyes inaugura su trayectoria de escritor, Gide, con su Teseo, corona su vasta obra literaria.