Los personajes del mundo artúrico, tal como lo caracterizó Chrétien de Troyes en sus romans se mueven en un universo cerrado, altamente estructurado. Cada nuevo integrante introducido a la corte artúrica ingresa a los textos marcado con su destino en el propio cuerpo: no son las ropas las que definen al caballero y a la dama, sino la noble sangre, escrita en los rostros, en el porte y en la fuerza. Su función dentro del cuerpo social está marcada de antemano, de acuerdo con un orden irrefutable, y sus actos afectarán el desarrollo orgánico de todo su entorno de acuerdo con la importancia del rol que les es asignado. El cuerpo es un signo que categoriza al personaje y legitimiza su grado de poder, su potencial y su responsabilidad en el mantenimiento de una armonía siempre frágil. Este breve trabajo se propone como un primer análisis del modo en que se presentan (o, a veces, se omiten o anulan) estos cuerpos-signos en tres romans de este autor: se analizarán ejemplos tomados de El caballero del León, El cuento del Grial y El Caballero de la Carreta.