La máscara se origina en tiempos remotos. Sus funciones primordiales eran sagradas, religiosas y simbólicas. Algunas de esas aplicaciones muestran el papel que juega la máscara como mediadora entre mundos antagonistas: lo visible y lo invisible, la vida y la muerte. De acuerdo con la perspectiva de Jean Louis Bédouin, lo que le permite desempeñar ese rol es el hecho de ser, esencialmente, un instrumento de metamorfosis. Las máscaras de danza, de ceremonias o de teatro operan transformaciones inmediatas, perceptibles y notorias; las máscaras funerarias son agentes de una metamorfosis invisible.