Debatir el género biográfico en términos historiográficos no solo involucra enfrentarse con un campo que reproduce de forma imitativa arquetipos, supuestos teóricos y estrategias metodológicas, sino que obliga a reflexionar y complejizar la mirada sobre lo que supone escribir la trayectoria de un determinado sujeto histórico.
Sobre estos desafíos se construye el trabajo de Graciela Batticuore, quien mediante una clara y dinámica retórica nos invita a pensar al sujeto biografiado desde múltiples posiciones, opciones así como campos tomados y ocupados. No solo pretende deconstruir lo lineal y evolutivo que supone la ilusión retórica de lo biográfico, sino que se propone ir más allá del imaginario estereotipado en torno a la figura de Mariquita, que la muestra como la primera mujer representativa de una elite renovada al tiempo que como un referente patriótico, ejemplar e ilustrado. Solo desde esta perspectiva, argumenta la autora, será posible comprender aquellos elementos y estrategias discursivas que componen la imagen de un arquetipo de mujer entregada a la causa revolucionaria.
Demostrar que su presencia no se agotó en los acontecimientos de Mayo supone concretar un análisis que problematice sus ideas, ilusiones, deseos, sentimientos y pasiones y que, al mismo tiempo, se valga de herramientas propias de otros campos disciplinarios. Así, por detrás de la anunciada, y bien lograda, interdisciplinariedad se encuentra el objetivo de demostrar que Mariquita fue una mujer tensionada entre dos principios o valores arraigados en el interior de su persona: la moderación, fundamentada en la razón y deudora del paradigma ilustrado, y la pasión, principio fundamental del movimiento romántico. En esta dinámica, Batticuore afirma la posibilidad de ver como Mariquita retomó la tradición del siglo XVIII, de los salones europeos y de su correspondiente sociabilidad, y la enmarcó bajo el signo de lo nuevo y lo moderno: bajo el signo de la revolución.