¿Surgió en el horizonte de las letras italianas en las primeras décadas de lo que Gianfranco Contini llamó ‘Letteratura dell’Italia Unita’ algo comparable a lo que en las francesas entre 1861, año de la segunda edición de Les Fleurs du mal, y 1876, año de publicación de la tercera compilación del Parnaso Contemporáneo? ¿Algo comparable al nacimiento y expansión de poéticas hoy consideradas por una crítica unánime como “verdaderamente extraordinarias? “Extraordinarias en todo sentido”, según lo dice el texto ya clásico de Massimo Colesanti (1992, pp. 240-353 ) (junto a Giovanni Macchia, entre los críticos que más han hecho por conocer y hacer conocer en la Italia de la segunda mitad del siglo XX la presencia de la Literatura Francesa). En esos años, cuando París era “la capital del siglo XIX” (Walter Benjamin), convivieron la aparición de las cuatro recopilaciones de Verlaine, las colaboraciones en revistas de los cuentos y poemas de Villiers de L’isle-Adam, la Hérodiade y el Après-midi d’un faune de Mallarmé, los Chants de Maldoror de Lautréamont, Le Coffret de santal de Charles Cros, los primeros textos de Germain Nouveau y desde luego, entre 1869 y 1873, años en que abre y cierra su experiencia poética Arthur Rimbaud.