El Extranjero, de Camus, se ha ganado un lugar en la historia de la literatura universal. Publicada en 1942 y definida por Barthes como “la primera novela clásica de posguerra, (...) obra (...) significativa [que] señala una ruptura y resume una nueva sensibilidad” (2003, p. 75), sosteniendo una nueva filosofía. La novela busca inspirarnos, a través de su narración, sus elementos y su personaje, Meursault, el sentimiento del absurdo. En “Explicación de El Extranjero”, Sartre caracteriza al absurdo como: "La relación del hombre con el mundo. La absurdidad primera pone de manifiesto ante todo un divorcio: el divorcio entre las aspiraciones del hombre hacia la unidad y el dualismo insuperable del espíritu y la naturaleza, entre el impulso del hombre hacia lo eterno y el carácter ‘finito’ de su existencia, entre la ‘preocupación’ que es su esencia misma y la vanidad de sus esfuerzos." (1960, p. 78). El hombre está separado del mundo, es exterior a él, está frente a él. Meursault será aquel que otorga su mirada distante, subjetiva, descriptiva. Será el “extranjero” que genera rechazo porque no acata las razones del mundo, no juzga, no se apropia, sólo describe y actúa sabiendo que “eso no tiene importancia”, muletilla y afirmación repetida por Meursault, que se encarga de acentuar cada vez más esta separación inevitable entre hombre y mundo, entre hombre y Naturaleza.